Plaza del Ayuntamiento de Valencia

La plaza del Ayuntamiento, es el nombre que recibe una de las plazas más importantes y céntricas de la ciudad de Valencia. Se caracteriza por la presencia de edificios, la mayoría de ellos de estilo ecléctico y racionalista levantados durante la primera mitad del siglo XX, como la casa consistorial sede del Ayuntamiento de Valencia. Destaca también su fuente de traza circular y la escultura homenaje al “jurat en cap” de la ciudad, a principios del siglo XIV, Francesc de Vinatea.

En medio de la plaza se encuentran puestos de venta de flores, alrededor de un amplio espacio llano, donde se celebran las tradicionales “mascletàs” cada año durante la festividad de las Fallas de Valencia. En este espacio en donde estará instalada la Feria.

La plaza tiene su origen en el antiguo Convento de San Francisco, cuyos terrenos, el rey Jaime I otorgó a los franciscanos para construir su convento extramuros a la ciudad en el siglo XIII, justo donde se ubicaba la casa de recreo de Abú Zayd, último gobernador almohade de la ciudad. El convento quedó intramuros tras la construcción de la nueva muralla del siglo XIV. La desamortización de 1835 hizo que el edificio pasara a convertirse en cuartel de caballería, hasta que su gran deterioro llevó a su demolición en 1891, dando paso así al espacio que hoy ocupa el centro de la plaza.

En 1854 se había trasladado el consejo municipal en principio con carácter provisional, desde la antigua Casa de la Ciudad hasta la Casa de la Enseñanza, fundada por el Arzobispo Mayoral en la calle de la Sangre, pero se quedó definitivamente en este lugar y a partir de 1904 empezó la reforma del edificio para convertirlo en la actual casa consistorial abierta a la plaza. A partir de este momento se empezó a gestar en la mente de las autoridades municipales la construcción de una gran plaza que fuera centro comercial y administrativo y estuviera acorde con la importancia que requería la definitiva ubicación del ayuntamiento de la ciudad.

Desde el día 1 de marzo hasta el 19 de marzo de cada año, tienen lugar las tradicionales “mascletás” en el centro de la explanada, un espectáculo pirotécnico con un amplio cordón de seguridad para los espectadores, que se celebra a las 14.00 horas durante la celebración de la festividad de las Fallas.

Desde el 29 de noviembre de 2015, la plaza permanece completamente peatonal los últimos domingos de cada mes entre las 10.00 y las 20.00 horas..

El origen de la emblemática plaza del Ayuntamiento se remonta a la época medieval. Tras la conquista cristiana, se levantó en esos lares el convento de San Francisco, documentado desde 1423 que, desde entonces, dio nombre a su entorno hasta el siglo XIX.

Hasta ese momento fue conocida como la plaza de San Francisco y también la “Devallada de Sant Francés”, el tramo desde la antigua plaza de Cajeros, donde actualmente convergen San Vicente y Mª Cristina hasta la plaza.

En 1835 marcó el inicio de la modernización de la plaza, pues la desamortización hizo que el convento pasara a manos del ejército, que albergaría un cuartel de caballería.

A partir de entonces, la plaza cambiaría según los cambios políticos. Así, en 1840, los liberales la bautizaron como la Plaza del general Espartero, tres años más tarde, sería sustituido por el de Isabel II, al ser coronada como nueva reina al cumplir la mayoría de edad.

Década y media después, en 1868, con motivo de la Revolución Liberal que destronó a la citada reina, fue llamada la plaza de la Libertad. Tras la vuelta de la Monarquía, en la persona de Alfonso XII, en 1874, periodo conocido como el de la Restauración, pasó a llamarse otra vez como la Plaza de San Francisco. Casualmente duraría los mismos años que el nombre de Isabel II, ya que en 1899, el consistorio decidió denominarla Plaza de Emilio Castelar, eminente político que había sido el cuarto presidente de la I República.

Este nombre se mantendría hasta 1939, año que acaba la Guerra Civil, cuando sería modificado por el de la Plaza del Caudillo en referencia al general Franco, llamada así durante toda la dictadura y unos años más, concretamente hasta 1978. En ese año, en plena Transición, fue denominada Plaza del País Valenciano.

Este último nombre duró hasta 1987 cuando nuevamente pasó a conocerse oficialmente como hoy en día. De todas maneras, hubo un último intento, de momento, de cambiarlo por el de Jaime I en 2008 con motivo del VIII centenario del nacimiento del Conquistador. La propuesta finalmente quedó en agua de borrajas.

La plaza también fue modificada en su fisonomía, sobre todo a partir del primer tercio de 1900 debido a varias reformas. La de 1929 marcó un antes y un después: su transformación fue notable.

Los exóticos quioscos de estilo japonés que vendían flores desaparecieron. Como así también, las dos estatuas que “vigilaban” la plaza. La primera dedicada al pintor Ribera desde 1905 traída desde su ubicación inicial frente al edificio del Temple, “viajó” nuevamente adonde está ahora; en la plaza de Teodoro Llorente. La segunda en recuerdo del Marqués de Campo, más monumental y también fuente, fue a parar a la plaza de Cánovas del Castillo.

Aquella primera reforma duró más bien poco, ya que en 1933 y bajo la supervisión del arquitecto Javier Goerlich, la plaza subió de nivel en una gigantesca plataforma (conocida como “La Tortada”) por la que se ascendía por unas escaleras, rodeada por tres grandes fuentes, representando las tres provincias valencianas. Otras escaleras conducían a un semisótano, que albergaba el mercado de flores.

Sin embargo, aquella metamorfosis duró veinte años, ya que, después de varias transformaciones hasta 1961, la dejaron lisa.

En 1964, con motivo del 25 aniversario del término de la Guerra Civil, promovido por el régimen como “25 años de paz”, se “plantó” una estatua ecuestre del general Franco trasladada durante el periodo democrático. En 1993 fue inaugurada la estatua que se puede ver hoy en día, de Francesc de Vinatea, figura tan poco conocida que no extraña que pase tan desapercibida,  que fue primer jurado de la ciudad a principios del siglo XIV.

Repasados sus distintos nombres y reformas, toda plaza que se precie debe mucho a los diferentes edificios que la rodean. Así, el más importante es el que le da nombre actualmente: el Ayuntamiento. Sin entrar en muchos detalles, podríamos decir que se trasladó su sede a mediados de 1800 cuando la Casa de la Ciudad se caía sin remedio. Entonces, se aprovechó la Casa de Enseñanza para niñas levantada en el siglo XVIII y su fachada se empezó a construir en 1897. Como nota curiosa el balcón, tan popular en fechas falleras, se alzó en 1970.

Otro edificio a destacar, esta vez desaparecido, fue la Estación Principal, donde hoy en día se levanta el edificio conocido como el de Telefónica, coronado con el nombre de la Equitativa, nombre de una antigua aseguradora. El artífice de aquella obra fue el ingeniero James Beaty en 1851. La estación favoreció que la plaza albergara mesones, hoteles, casa de comidas y agencias de ordinarios, como se conocían por aquella época, a las postas de las que salían las diligencias.

Otro de los edificios reseñables es el Palacio de Comunicaciones, más popularmente conocido como el edificio de Correos y Telégrafos, construido entre 1915 y 1922

Junto a inmuebles públicos se ubicaron otros privados como sociedades bancarias, cines, bares, hoteles y el Ateneo Mercantil, la nueva sede de la sociedad más importante de la burguesía comercial valenciana, que compró unos solares de la plaza para que se iniciaran las obras en 1934, siendo inaugurada en 1953.

Como punto representativo de la ciudad, entre 1910 y 1940 se construyeron algunas de las casas más notables con los estilos arquitectónicos correspondientes a esos años; modernismo, eclectismo, casticismo y racionalismo.

Alguna de ellas sustituía a casas palaciegas de gran solera, como la de la calle San Vicente, esquina En Llop, donde se encontraba el palacio de los marqueses de Jura Real, cuya fachada daba a la plaza.

En 1909 se construyeron las casas “Noguera” chaflán de la calle Correo, del arquitecto Francisco Mora. Al lado se edificó la casa Suay.

Otro vivienda clasicista, obra de Francisco Almenar, fue el de la esquina de con la calle de las Barcas. En frente, otra construcción muy diferente fue la que albergó el Gran Hotel y Fonda de España fundado en 1899.

Siguiendo la plaza se encontró el cine Rialto, hoy teatro y también filmoteca, proyectado por Cayetano Borso de Carminatti en 1935.

Siguiendo con el arte, también los mejores fotógrafos escogieron aquella plaza para fundar sus estudios fotográficos a finales del siglo XIX, concretamente en la llamada bajada de San Francisco, el tramo comprendido desde las casas de la calle de San Vicente esquina con el pasaje de Ripalda donde estaba la plaza de Cajeros (hoy desaparecida) hasta la calle de las Barcas, aprovechando su gran afluencia de gentes.

Y, hablando de gentes, acabaremos con esta breve historia de la plaza, recordando su eminente carácter de punto de encuentro, casi desde su nacimiento, unas veces para reivindicar derechos sociales, demandas feministas, mejoras laborales por diferentes colectivos como blasquistas, anarquistas, círculos obreros hasta el reciente movimiento 15-M, otras para celebrar conmemoraciones, desfiles, cortejos municipales  tanto laicos como religiosos, y otras tantas, para actos de carácter lúdico, como cabalgatas, “mascletàs” en fechas falleras, etc.